Aunque también podría haber titulado a este pequeño artículo: violencia a granel o violencia por un tubo, como dicen mis adolescentes.
Vivimos inmersos en violencia, todos los días, en cada momento del día y por diferentes vías.
Entonces ¿todo es violencia a nuestro alrededor? Por supuesto que no todo, pero sí una gran parte. Una violencia tan legitimada, permitida, apoyada y camuflada que ni siquiera somos conscientes de ella.
Sí, porque no somos nosotros los que estamos enfermos, es el sistema el que lo está. Y este sistema nuestro se alimenta de un mito de buenos y malos.
Si soy víctima de violencia, hay alguien que está perpetrando, hay alguien que maltrata. Y además añadiría que hay alguien que lo ve y no dice nada. En el tema violencia hay quien ejecuta, quien recibe, quien lo presencia y calla…hay múltiples personajes en una obra donde nadie, en realidad sale victorioso y todos perdemos.
Aunque es el sistema el que está enfermo, está dentro de nosotros, grabado a fuego. En nuestra psique y en nuestro cuerpo. Y si estás tan dentro, ¿cómo puedes saber qué es violencia y qué no? ¿Cuándo te agreden y cuándo lo estás haciendo tú?
¿Qué límite hay entre lo que es agresivo y legítimo y lo que ya es violencia?
No me sirve cuando alguien dice que es lanzar tu agresividad reprimida contra otro. Porque entonces me pregunto ¿qué pasa entonces cuando yo misma me agredo? ¿Cuándo las personas no se respetan a ellas mismas?, ¿cuándo dejan de comer o de dormir?, ¿cuándo se sobrecargan trabajando hasta el éxtasis…?.
¿Eso no es violencia?
En definitiva tratar y tratarse como un objeto.
También quiero decir que es violento no dejar que los niños expresen su agresividad. La agresividad es sana y legítima. La violencia no. ¿Qué hace un niño con toda esa energía? ¿Cómo la canaliza si no está bien visto mostrarla?
La sorpresa cuando a un niño o a un adolescente se le da permiso para mostrar su rabia o su agresividad, es realmente increíble. También aparece vergüenza al enseñarla, miedo a mostrarla, culpa y represión. Pero algo se abre ahí, cuando se crea un espacio para legitimar una emoción propia, una emoción que socialmente está castigada y mal vista.
Cuánto nos queda aún por saber de nosotros y por hacer por nosotros mismos.
Porque ya de entrada te levantas con violencia desde el mismo momento en que enciendes la televisión o lees el diario. Te la enseñan y te enseñan que la vida es difícil, dura y que hay que protegerse. Y si me tengo que proteger (la cultura del miedo), es que hay alguien que me va a atacar. A veces el “malo” soy yo, porque siento mi rabia y me dicen que no está bien sentirla y enseñarla. Seguimos en una película de buenos y malos.
¿Qué pasa con los niños que viven así? Viven en la permanente amenaza o la coacción. En los amores condicionales (como decía Carl Rogers) continuos:
“te quiero si haces, te quiero si dices, te quiero si obedeces, te quiero si me das, te quiero si te portas bien, te quiero si te callas, mira yo soy mejor que papá o mejor que mamá (cómo rompe eso a un niño por dentro. La parte en dos. ¿Dónde queda ahí su identidad?). Una vida repleta de te quiero si…te quiero si…”.
¿Qué pasa con los hijos herederos de la violencia?
¿Qué pasa con los que hemos sido hijos e hijas herederos de la violencia? ¿Cómo tomar todo eso y ponerlo al servicio? Hay algunos afortunados que encuentran el camino, hay quien se pierde en el mito.
Y repetimos películas de buenos y malos. Esperando a que venga alguien y nos salve. Desempoderados al llamarnos víctimas, esperamos que alguien nos salve. Salvarnos en cierta medida de nosotros mismos, cosa que nadie tiene el poder de hacer en realidad.
Sí, los hay que encuentran el bendito camino, como me dijo un día el Maestro Alain Vigneau: “los que hemos vivido eso, tenemos la misión de reconciliarnos con algo muy doloroso, que no te dio lugar en el mundo, pero no queda de otra querida. Que tomarlo, rendirte y poner tu patrimonio al servicio”.
Así que no mires más para otro lado por favor.
Observa también la violencia que hay en ti. Incluso la que ejerces contra ti mismo.
Reacciona con presencia cuando la veas fuera. Si se te muestra es para que actúes. Para que te hagas responsable. Para que seas un agente activo en este camino a veces tan difícil, como es el volver al Amor por uno mismo.