Cómo cambiaría el cuento si la mujer en vez de verse como una guerrera, superwoman o una amazona, s e viera como una Reina.
Pero aún siento, a veces aún me siento yo misma, incapaz de hacerlo.
Pierde su poder en cada momento en el que le cede su energía a otro. Ese otro que siempre es primero, ese otro al que complacer, ya sea hombre, mujer o niño…siempre hay un otro.
Pero si no hay ese “otro” la mujer se lo inventa. Y se escapa una y otra vez de lo femenino, de ella misma, de lo que hay en ella, de lo que se mueve en ella. Porque a veces la mujer tiene tanto miedo de su sombra como de su luz.
No tan sólo el patriarcado ha temido ese poder inmenso de la mujer. Ella sigue creyendo también que ese don no puede ser bueno. Aún ella misma lo teme. Aún teme su fuerza, su agresividad, su don de visión, de reunión, de comunión y el gran don de dar la vida. Aún…
Y entonces se esconde. Escondiéndose se enfada y enfadándose también agrede o se agrede. Ahí nace la violencia. La parte oscura.
El Amor está justo al lado de tu dignidad. Si te alejas de Ella, te alejas de Él.
Y eso es la Dignidad, el justo autorespeto y reverencia a lo que Es, a lo que se Es.
Cómo cambiaría el cuento si la mujer en vez de verse como una guerrera, se viera como una Reina…
Y a su parte masculina en vez de verla como el enemigo o ese «otro» tan extraño, la viera como el comandante de su ejército.
¿Y qué hace un comandante?. Servir a su Reina. Servir a lo femenino.
Y la Reina atiende a los suyos sin luchar. Recibe a los suyos, le da espacio a todo, todo tiene su lugar en ella.
Su tristeza, sus dudas, su rabia, a su sexualidad, su placer, sus sueños…